jueves, 26 de agosto de 2010

A Ti.



A ti.

Estoy buscando como llamar

A la mistad.

Sólo puedo darle el nombre.


Tú..Tú que estas ahí, que me escuchas

En silencio.

Desde la distancia, tú me das ánimo,

con tus palabras de cariño, y dulzura,

cuando ves que te necesito.

Es maravilloso Amigo(a)que detrás de

mi ventana.

Me des la mano, con tú sabio consejo

Y a través del teléfono, te siento

presente

Para decirme aquí estoy yo, soy tu mano amiga(o)

Yo

Nada sabía de tú existencia

Pero hoy sé que estas ahí como un regalo

en mi vida.

Y te digo cuanto valor tienes para mí.

Puede que nunca vea tu rostro,

ni pueda darte ese abrazo “grande” que,

siempre te envió

Pero quiero decirte que estas presente

En mi vida, y que pienso en ti,

Y sé que aunque los años pasen tú no

Te irás, porque tu esencia quedo

en mi alma.




martes, 3 de agosto de 2010

TARDE DE AMOR.




Es una lástima que no estés conmigo,
cuando miro el reloj y son las cuatro,
y acabo la planilla y pienso diez minutos,
y estiro las piernas como todas las tardes,
y hago así con los hombros para aflojar la espalda.
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo ,
cuando miro el reloj y son las cinco,
y soy una manija que calcula intereses,
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas,
o un oído que escucha como ladra el teléfono,
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo,
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa y decirme,
"¿Qué tal?"
y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios,
tú con el tizne azul de mi carbónico.
M.B.

viernes, 22 de enero de 2010

AMOR DE TARDE.


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.


Poemas de Mario Benedetti